Aprendiendo a querer los días grises

Lo primero que escuchaba cada vez que le contaba a alguien que me iba a mudar a Seattle era “Uuuy ahí hace mucho frió ¿como le vas a hacer?” o “ahí siempre esta nublado y lloviendo”. Lo segundo era “como en Grey’s Anatomy“.

Después de vivir un mes en Seattle puedo decirles que efectivamente hace mucho frió y siempre esta nublado.

Si a principio de año me hubieran dicho que me mudaría aquí, no lo hubiera creído, supongo que una parte de mi siempre pensó que iba a ser “Beatriz la que se quedó en Ensenada”. Y suena tonto, pero ese era un pensamiento que siempre me había seguido desde la preparatoria, “¿Que voy a hacer? ¿A donde voy?

Lamento informarle a mi yo de 13 años que no estudiamos teatro en Londres y no nos casamos con Orlando Bloom, y a mi yo de 15 decirle que tampoco estudie cine y no estoy ni cerca de ganarme un oscar. En lugar de eso me quede en Ensenada y estudie Ingeniería de Software, una carrera 0 creativa pero en la cual era “buena” e “iba a ganar muy bien”. (Yo se que este post es de como me estoy adaptando a Seattle pero hay mucho que desempacar primero, paciencia).

En fin, no me arrepiento de haber estudiado esa carrera porque me trajo muchas cosas muy buenas, como a mis mejores amigos, al guapetón de mi marido, a tener una gran experiencia en administración de proyectos en el campo laboral y sobretodo me enseño a conocerme a mi misma, a tomar decisiones y aceptar que pude haber cometido un errror en elegir mi carrera y eso esta bien.

Fast Forward al 2019 ya estoy en paz con mi vida, ya me aventé un año de terapia, descubrí algo que me apasiona (al parecer es trabajar en una primaria) encontré valor en mi misma y sobretodo sentía que todas las piezas por fin se habían acomodado cuando llega Jorge y me lanza un noticion, bueno una serie de noticionas:

  • Ya no me gusta mi trabajo, quiero renunciar
  • Me acaban de contactar de Amazon me quieren entrevistar (esto literal fue al dia siguiente de la primera noticia)
  • Quieren que vaya a CDMX a entrevistarme en persona
  • Me ofrecen una pocision de Ingeniero de Software de Amazon, en Seattle, Washington.

No se como le hice para procesar una noticia tras otra, pero si algo pactamos desde el principio es que todas las decisiones las tomamos juntos, que siempre vamos a buscar lo mejor para nuestra familia y que “Si tu saltas, yo salto”. Y así fue como el 9 de octubre nos subimos a un avión y venimos a literalmente vivir el sueño americano, ya no era “Beatriz la que se quedó en Ensenada” ahora somos “Beatriz y Jorge los que se fueron a Seattle” y que aventura ha sido.

¿Recuerdan como les dije que todas las piezas se habían acomodado en su lugar? Bueno, ahora las piezas no tienen ni pies ni cabeza, no existe un manual para cambiarte de país, ni para no extrañar tanto, ni para aprender a vivir con un cielo nublado, pero a veces te tienes que aguantar, recordarte a ti misma que eres un adulto y echarle ganas.

La primera prueba fue vivir dos semanas en un hotel sin tener nada que hacer, Jorge tenia su trabajo al que iba todos los días y yo tenia… nada. Estaba mas perdida que mis amigos en misa, sin un quinto porque se nos fue todo en la mudanza, sin un amigo, sin nadie que me esperara, sin algún lugar al que tuviera que ir, sin casa; y con una visa que literalmente dice “Dependiente de Jorge Magana“. Trabajo desde los 16 años y ahora legalmente no puedo hacerlo, ni trabajo voluntario, ¿qué voy a hacer todo el día? ¿qué tan rápido me voy a cansar de picarme los ojos?

Aunado a mis preocupaciones internas y las lloraderas que traía (porque a mi todo me hace llorar) estaban las preguntas externas:

  • ¿Y tu que vas a hacer?
    • “… ¿no se?”
  • Beatriz no vas a hacer nada
    • “¡Claro que no! Tengo muchos planes… creo”
  • ¿Te vas a quedar haciendo nada?
    • “Tal vez…”

Mi cabeza era una locura, me enojaba si me decían que no hacia nada, si me decían que hiciera algo y si me preguntaban “pero ¿tu que vas a hacer?“, estaba encerrada en el hotel y todo el santo día estaba lloviendo. Todo estaba gris, y me excusaba en “no puedo salir porque esta lloviendo“, una manera de pensar bastante razonable teniendo en cuenta que de donde yo vengo si llueve se cancelan las clases y se inundan las calles. Pero esto no es Ensenada, yo no soy la misma Beatriz y ya estaba cansada de estar triste tratando de complacer las expectativas de personas que viven a kilómetros de distancia, de estar ahogándome en mi cabeza y de tenerle miedo a la lluvia. Así que un día me arme de valor, me puse la chamarra y salí a caminar con un pronostico de 80% de probabilidad de lluvia, y me llovió, y me gustó.

Fue el punto de partida, el botón de reset, por mas cursi que suene les tengo que decir que la lluvia helada en mi cara me despertó, me cambio, me dio ese empujoncito que necesitaba, me cambio la perspectiva. Me hizo reflexionar sobre mi vida y mi valor, sobre lo que me define como persona, no quiero ser Beatriz la que se quedó, o la que se fue, o la que trabaja en equis o ye, o la que no hace nada. En ese momento decidí que quiero ser Beatriz, la que esta aprendiendo a vivir en una ciudad nueva, la que es feliz y a la que le gustan los días lluviosos, ya sea disfrutándolos desde su ventana o caminando por el parque.


Disculpen la canción, me la he pasado viendo Lizzie McGuire


15 thoughts on “Aprendiendo a querer los días grises

  1. Me encanto tu post…. es una ciudad muy bonita e interesante… lo más importante es que están juntos… Dios siempre va acomodando las cosas… paso a pasito… los queremos

    Like

  2. Qué bonito leerte! Mudarte de país no es nada fácil, me reflejé en todo el texto. Con el tiempo todo vuelve a tener sentido, ánimo! Un abrazo.

    Like

  3. Prima! Nos enseñaron a querer les sin importar la distancia, todo lo bueno empieza con un poco de miedo, estamos contigo de todo corazón que orgullo ❤️

    Liked by 1 person

Leave a reply to beatrizarmida Cancel reply